La presidenta electa Claudia Sheinbaum retrasa decisión sobre liderazgo de Pemex mientras aumentan las especulaciones y los candidatos potenciales enfrentan desafíos sin precedentes para sacar adelante al gigante petrolero mexicano cargado de deudas.
Mientras la presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, se prepara para asumir el cargo, una de sus decisiones más críticas sigue pendiente: nombrar al próximo director ejecutivo de Petróleos Mexicanos (Pemex). El puesto, que ha demostrado ser el fin de la carrera de muchos, es más desafiante que nunca. Quien asuma el cargo se enfrentará a la enorme tarea de revivir una compañía petrolera que ha visto su producción reducida a la mitad en las últimas dos décadas y tiene una deuda de casi 100 mil millones de dólares, lo que la convierte en el productor de petróleo más endeudado del mundo.
Los problemas de Pemex se ven agravados por el deterioro de la infraestructura, que incluye accidentes, derrames de petróleo y fugas de metano. La supervivencia de la empresa depende en gran medida de las ayudas gubernamentales: el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha proporcionado hasta 80 mil millones de dólares en inyecciones de capital y exenciones fiscales durante su mandato.
Sheinbaum, quien anunció a principios de esta semana que pronto revelaría su candidato para la dirección de Pemex, ha mantenido su elección en secreto, lo que ha dado lugar a especulaciones generalizadas. Entre los primeros contendientes se encuentran el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, y Jorge Islas, académico y asesor de energía de Sheinbaum. Cabe destacar que Lázaro Cárdenas Batel, después de revisar el estado financiero de Pemex, declinó el puesto a favor de convertirse en jefe de gabinete de Sheinbaum. El actual director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza, también sigue siendo un candidato potencial, al parecer el favorito de AMLO.
En los últimos tiempos, las discusiones se han centrado cada vez más en Víctor Rodríguez Padilla, físico e ingeniero con un doctorado en economía energética, que ha defendido las empresas estatales durante más de 25 años. Rodríguez, que en 2009 fue coautor de un documento con Sheinbaum sobre las políticas energéticas de México, es visto como un fuerte contendiente. Sin embargo, todavía no ha hecho comentarios públicos sobre esa posibilidad.
Independientemente de quién resulte elegido en última instancia, el próximo director de Pemex se enfrentará a una tarea monumental. El trimestre pasado, la empresa informó su peor pérdida financiera desde la pandemia mundial, lo que subraya la urgencia de darle un giro a la empresa. Sheinbaum ha esbozado planes para que Pemex refinancie su deuda y se expanda hacia nuevos emprendimientos como la producción petroquímica, la minería de litio y la infraestructura para vehículos eléctricos. La colaboración con la Secretaría de Hacienda será crucial, ya que el apoyo del gobierno sigue siendo esencial para mantener a Pemex a flote.
Los analistas también están atentos a cómo manejará la nueva dirigencia las relaciones con el sector privado. Si bien Pemex se asoció recientemente con perforadoras privadas para impulsar la producción marina, Sheinbaum, haciéndose eco de la posición de AMLO, ha prometido mantener a las empresas estatales en el centro de la estrategia energética de México. Se espera que Rodríguez, si es elegido, mantenga este enfoque, lo que podría tener implicaciones significativas para la participación del sector privado en el sector energético de México.
Ante estos desafíos, la elección del próximo líder de Pemex será un momento decisivo para la administración de Sheinbaum. La decisión no sólo definirá el futuro de la empresa estatal más importante de México, sino que también marcará la dirección de la política energética del país en los próximos años.
Por Orlando J. Gutiérrez